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Ayer estuve paseando con GK toda la tarde. Quedamos para tomar café y después caminamos sin prisa. Yo quería fotografiar los lugares que aparecen en un poema que iba a ver con mis alumnos —«edificios que cuelgan / en precario equilibrio», «palmeras y lienzos / de una vieja muralla», «huertos humildes / y jardines cerrados»…— y ella me hablaba de pájaros y de fútbol… Pero yo la interrumpía. Me repetía como la noria de un agua estancada; como esos peces que saltan una y otra vez contra corriente hasta morir exhaustos.
Cuando nos despedimos la abracé y me disculpé por haber monopolizado la tarde con mi monólogo hipocrático. GK me miró con ternura, con su mirada verde y poderosa:
—¿Conoces 'La calumnia de Apeles' de Botticelli?
Negué.
Al llegar a casa busqué el cuadro, su historia, su descripción… y sentí que GK me volvía a abrazar.
El arte nos sostiene. La amistad nos salva.

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