Reseño 'bruma calima' de Laura Sanz Corada


 

Cuando en la sangre no está la herencia

Dionisio López reseña 'bruma calima', de Laura Sanz Corada, un poemario entre el diario y la carta que habla del amor y el desarraigo.

/ una reseña de Dionisio López /

En bruma calima, Laura Sanz Corada nos introduce en un espacio poético marcado por la fragilidad de la memoria, la materialidad del cuerpo y el lenguaje como grieta o fisura. Su poesía se sitúa en la estela de autoras contemporáneas que, como Alejandra PizarnikChantal Maillard o incluso Gloria Anzaldúa (citada explícitamente en el libro), exploran los límites del decir poético y de la identidad desde una perspectiva de desarraigo y descomposición del sujeto.

Desde el punto de vista temático, Bruma Calima se articula alrededor de la tensión entre la infancia perdida y el presente fragmentario. La figura de la niña —presente en textos como «Las niñas no existen» o «Alguien, como una niña como nosotras»— funciona como símbolo de una identidad borrada o apenas insinuada:

Las niñas quieren decirse pero
No, padecen la enfermedad del pueblo
[…]
No es posible que las niñas estén aquí
Nadie las ha oído llorar de existencia o de muerte

Esta invisibilización conecta con un discurso de denuncia sutil, adentrándose en una poética del silencio, del no-lugar, evocando imágenes como la «enfermedad del pueblo» o la «llanura de grava» que sugieren un territorio baldío, estéril para la enunciación. La relación con el cuerpo es constante, pero no en clave celebratoria, sino más bien como territorio conflictivo:

me duele el pie, que corresponde
al trasiego de tu cuerpo
tratando de abrir su huella

La dimensión corporal en Sanz Corada no es nunca unívoca, sino que aparece atravesada por el dolor, el silencio y el desplazamiento, subrayando esa tensión entre lo que se dice y lo que permanece reprimido:

Después el dolor se desplaza o se expande
al esófago, particularmente denso
y lugar de enunciación y silencio

El agua es otro elemento estructurante en el poemario, una imagen recurrente que simboliza tanto el flujo de la memoria como la imposibilidad de asirla. En el poema «Verano, 2001» se nos habla de una niña con «sueño de nieve» que descubre «que era cierto aquello de la nieve / y el sueño, / Todo en la vida es agua». Aquí, la nieve, el agua y el sueño se amalgaman en una metáfora que recuerda a la tradición simbolista y surrealista, aludiendo a la permeabilidad entre lo real y lo onírico, lo tangible y lo evanescente.

La estructura fragmentaria del poemario, que alterna textos más extensos con otros brevísimos, se corresponde con su temática: la dificultad de construir una continuidad narrativa o identitaria. La calima —ese fenómeno de bruma densa y casi abrasadora que impide ver con claridad— es una figura que resume la propuesta poética de Sanz Corada: la existencia como algo borroso, desplazado, atrapado entre lo visible y lo intangible. En «Bruma calima» se dice explícitamente:

En esta imposibilidad de elementos nosotras seguimos existiendo.
Es probable, probable, más que probable, es cierto
hay una grieta
en las niñas que fuimos.

La referencia a Gloria Anzaldúa en uno de los poemas («Wild tongues can’t be tamed») refuerza esta poética fronteriza, donde el lenguaje es también un territorio en disputa, un espacio donde se cruzan los cuerpos, las lenguas, las memorias. El libro no pretende ofrecer una voz rotunda ni cerrada, sino que opta por un decir fragmentado, casi balbuceante, que recuerda a los «lenguajes animales» que se mencionan en «2009»:

hablamos nuestro propio
lenguaje animal
esperando así alcanzar
cada uno de los corazones

Formalmente, Sanz Corada utiliza versos cortos, a menudo de ritmo entrecortado, con predominio del verso libre y la supresión sistemática de la puntuación, lo que refuerza la sensación de un discurso interrumpido, de una voz que se ahoga antes de decirse del todo. Esta estrategia formal, cercana a poéticas contemporáneas que apuestan por la condensación y la fragmentación, le permite sugerir más que afirmar, abrir espacios de ambigüedad y resonancia.

bruma calima se inscribe, por tanto, en una tradición poética que explora las grietas del lenguaje, la imposibilidad de reconstruir una memoria lineal y la relación conflictiva entre cuerpo, identidad y palabra. Es un poemario que exige del lector una implicación activa, una disposición a leer entre líneas, a dejarse envolver por su atmósfera densa y a la vez transparente. En su propuesta poética resuenan no solo ecos de Pizarnik o Maillard, sino también de poetas como María Zambrano o María Negroni, que han explorado el territorio incierto entre la filosofía, la poesía y el ensayo lírico.

En definitiva, bruma calima es una obra que invita a transitar por las zonas más difusas de la experiencia y del lenguaje, a detenerse en lo que queda oculto tras la niebla de la memoria y a escuchar el murmullo de las palabras que, aunque fracturadas, insisten en decir.

bruma calima
Laura Sanz Corada
Ril, 2024
55 páginas
14 €

Publicada en El Cuaderno Digital



Comentarios

Entradas populares de este blog

Cristina Núñez sobre 'Los últimos del Oeste' (Cáceres, 14/10/2025)

Reseño 'Lecturas a poniente' de Álvaro Valverde

"El necesario estado de la cuestión", Enrique García Fuentes reseña en Trazos (Hoy) 'Los últimos del Oeste'